Javier Aguilera establece la vida urbana, el mundo del manga, los Art Toys, el cine y la naturaleza como claves en el desarrollo iconográfico y temático de su obra. Sus esculturas pueden destacar en un primer momento por su virtuosismo técnico pero encierran un más amplio mensaje que el que aparentemente se nos ofrece. La crítica, ácida y descarnada, está presente junto al humor negro en gran parte de su obra, encontrando en la cultura callejera contemporánea una inagotable fuente de inspiración. El graffiti también surte de su iconografía propia a la obra de Javier Aguilera, quien considera que algunas de las ideas más originales se encuentran hoy día en el arte urbano.

 

Utilizando el cuerpo humano como vehículo expresivo en sus esculturas, combinando el acabado suelto con el placer por la minuciosidad, lo que resulta un importante contraste con la mayor parte de los artistas que trabajan la escultura hiperrealista en la actualidad. Su fascinación por el anime le lleva a crear unas realidades compuestas por personajes particularmente sorprendentes, que evolucionan en los mismos escenarios que otros de apariencia humana. Hay un interesante componente narrativo en muchas de sus esculturas, que entroncan con el lenguaje cinematográfico y con la animación. También las series y los videojuegos, con su galaxia de freaks, juegan un importante papel en la puesta en escena del artista.

 

Como escultor e ilustrador, las claves que utiliza remiten asimismo a su particular universo, una mezcla de influencias que, como hemos visto, dota a su imaginario de una enorme fuerza narrativa, como paradigma de la máxima aventura, la creación.